El Espíritu Santo
deja su huella,
dando su amor glorioso que no cesa.
su voluntad es su
afán por dejarnos amar.
El sonido de su
soplo celestial,
es la palabra de
Dios que nos viene a curar,
dejándonos el don del amor y la caridad.
Su esencia se alza
como las olas del mar,
siempre a popa para no perdernos nunca mas
y siempre
vestirnos de su aroma celestial.
©Beatriz Martín
10/10/19