Silenciosamente la cena compartimos,
sin merecer la transformación del pan y el vino,
en tu cuerpo y en tu sangre,
dejas tu huella,
para ser salvados, de la perdición eterna.
En la víspera de la pascua atribulado
llegas,
presientes del dolor desgarrador que te espera,
suplicamos al Padre que sane las heridas
podamos, tus hijos con nuestra oración consolarte,
Hoy he querido darte las gracias Padre amado.
por entregar a tu hijo que nos ha salvado,
con el milagro de la eucaristía
ser perdonados,
y no olvidarnos jamás en la soledad en que has estado.
©Beatriz Martín
29/03/18
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