Hoy, 1 de noviembre, celebramos la
fiesta de Todos los Santos, nos recuerda el testimonio en vida y para siempre
que nos dejaron, dando ejemplo de su vida santa y dignidad, en ese sentido del proyecto de Dios sobre el hombre y la
mujer: compartir con nosotros el misterio de su propia santidad.
Ser santos no es ninguna proeza
sobrehumana, es, sencillamente, vivir en forma auténtica nuestra condición
humana, conforme a nuestra vocación , a nuestro estilo de vida, desde cualquier
realidad que vivamos ya sea casados o solteros estudiantes o padres ,
empresarios, ricos o pobres, es simplemente vivir el evangelio desde el amor y
la solidaridad.
No olvidemos tampoco, que nuestros
hermanos y hermanas que han pasado de este mundo al Reino eterno, participan,
por su unión con Cristo, cabeza del Cuerpo, en la oración del Resucitado ante
el Padre. Son intercesores ante el único intercesor, intercesores
"en" Cristo, por los otros miembros del pueblo de Dios, que aún
peregrinan por estos valles nuestros.
Así que aprovechemos de darles las
gracias en este día, 1 de noviembre de
Fiesta en el cielo, que nuestros
corazones también estén de fiesta, esperando la comunión con ellos Amén
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